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Viernes 6pm. 10˚ C. Verano en un pub. Qué lugar tan inesperado para aprender sobre sensibilidad cultural.

Mientras probamos una cervezas heladas en una mesa pequeña de un pub abarrotado, mi amiga y yo compartimos cuáles han sido las mejores atracciones de nuestro viaje por Inglaterra. Levanto la mano para decirle al camarero que queremos dos cervezas más. Pasan diez minutos. El camarero no aparece, ni tampoco nuestras cervezas. Así que me levanto, miro al camarero a los ojos y vuelvo a levantar la mano para indicarle dos cervezas más, y la palabra mágica: ¡por favor! De repente, un joven con una chaqueta de neón aparece a nuestro lado e inicia una conversación, preguntándonos de dónde somos.

«Sudáfrica», dice mi amiga, sonriendo.

«¡Genial!», responde él. «¡Pero si tu inglés es muy bueno! ¿Dónde lo aprendiste?… ¿Y cómo es que eres blanca?».

«Bueno, por eso llamamos a Sudáfrica la ‘Nación del Arco Iris’, porque somos una hermosa mezcla de culturas y lenguas en un solo país», responde mi amiga con un deje de fastidio. Mientras ella hablaba, yo me sentía irritada y decepcionada por recibir siempre las mismas preguntas tontas de gente de todo el mundo

Finalmente, el camarero se acerca a nosotros y pregunta: «¿todo bien?».
«Sí», le digo, alzando la voz para que me oiga por encima de la música que emiten dos enormes altavoces. Repito mi pedido de cerveza, de nuevo señalando con la mano, pero esta vez siento que algo va mal…

«Estoy más que encantado de servirle las cervezas, pero sólo si deja de señalarme con el dedo», me dice amablemente. Un tembloroso y confuso «¿qué?» sale de mis labios mientras me muestra la forma correcta de usar los dedos si quiero indicar el número dos (como el signo de la paz) o dar el dedo (un signo de la paz invertido).

Sintiéndome avergonzada, le digo: «¡Lo siento mucho!No era mi intención, y gracias por explicarnos la diferencia». Nos dice que no nos preocupemos y vuelve al bar.

De vuelta al hostal, hablamos de las dos experiencias en el bar. Nos damos cuenta de lo incómodo que fue para el camarero, el tipo de la chaqueta de neón, y para nosotros encontrarnos en una situación en la que ofendemos a alguien sólo porque desconocemos las costumbres y culturas de un país. Lo comparamos con lo ofendidos que deben sentirse los habitantes de la India cuando los turistas llevan ropa inapropiada al visitar un templo. O cuando la gente se burla de los estereotipos nacionales

«¡Un momento!», exclama mi amiga.

«¿Lo que hemos vivido esta tarde no es una falta de sensibilidad cultural?». «¡Ah, sí!…» Me explica que la sensibilidad cultural es un concepto turístico relacionado con la capacidad de percibir y respetar las diferencias culturales. Como tal, la idea de sensibilidad cultural es un componente clave del turismo sostenible», explica mi amiga.

«Tiene sentido. Gracias por compartirlo», le digo.

Lo que aprendí sobre la sensibilidad cultural

Aquel día confirmé el cliché de que la mejor forma de aprender es a partir de nuestras propias experiencias. En esa oportunidad, aprendí lo importante que es ser consciente de las diferencias culturales. Y más aún, la necesidad de hacer los deberes—por ejemplo, aprender algunas costumbres locales básicas (¡incluidos los gestos groseros con las manos!)—antes de pisar un nuevo destino.

Si los viajeros son sensibles a la cultura, su comportamiento llamará la atención, lo que a su vez influirá en la opinión de los lugareños sobre los turistas. Así que, en lugar de pasear ingenuamente por un país, intente aprender algunas expresiones de cortesía en el idioma local, aprenda modales en la mesa, pida permiso para fotografiar a otras personas, etc.

4 Conclusiones:

1. Ser culturalmente sensible es reconocer, aceptar y respetar las diferencias entre culturas.

2. La sensibilidad cultural no es sólo responsabilidad de los huéspedes (visitantes). Es responsabilidad tanto de los anfitriones (lugareños) como de los invitados enriquecer la interacción.

3. Cuando anfitriones e invitados son culturalmente sensibles, son más conscientes de la importancia de mostrar respeto y ser una influencia positiva. Todo ello contribuye al turismo sostenible.

4. Antes de viajar a un destino, investiga todo lo posible sobre las leyes, costumbres, culturas, clima político y prácticas religiosas locales. Hacerlo te dará una mejor idea de la vida cotidiana, como la forma de comer, vestir y comportarse en determinadas situaciones.

Jacqui de Klerk

Escritora de viajes de Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Sus historias de viaje han sido publicadas en plataformas lideres de viaje, incluyendo Lonely Planet y World Nomads.

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